Conducta administrativa digna de películas de comedia. Negociaciones poco profisionales y llenas de errores serios. Devaluación de la marca FC Barcelona; Así es como la gestión Josep Maria Bartomeu ha trabajado hasta el día de hoy.

El mes de agosto sigue pasando, a sabiendas de que es el último de la ventana de verano, y nada está definido todavía. La directiva azulgrana espera algo que no sucederá: una manifestación pública de Neymar y de su entorno sobre su deseo de regresar al Barcelona. El brasileño no puede arriesgarse, ya que el estado de ánimo para quedarse en el PSG es muy malo por su parte, y la estrella quiere, sobretodo, abandonar la disciplina del club parisino. Él, que es años luz más inteligente que nuestra dirección, no descartará el Madrid hasta que Bartomeu tome cartas en el asunto.

Al ofrecer a los jugadores en el negocio sin consultarlo previamente, ofendió, denigrió y devaluó a atletas de los mejores que hay hoy por hoy en el mundo del fútbol. Fue de esta manera que Philippe Coutinho prefirió salir cedido, para no prestarse al papel de moneda de cambio en la operación Neymar. Así es como perdimos a De Ligt, un defensor que seguro va a ser uno de los mejores del mundo en los próximos años, y que prefirió irse a la Juventus para no arriesgarse en un club dirigido por ciudadanos tan poco preparados.

Tengo miedo de la llegada de Griezmann. El francés ha sido fichado por 120 millones de euros para aumentar la calidad de la plantilla, pero con este entrenador, sufrimos el riesgo de repetir la historia de Coutinho. Valverde, que oculta el talento de De Jong por detrás de dos hombres de contención, es el mismo protegido por la junta más vergonzosa de la historia del club más grande del mundo.

Los periódicos catalanes ahora hablan de una posible cesión. No es imposible, pero tampoco es probable. La gerencia no decide si quiere o no al delantero. Actúa detrás de escena con la misma falta de brillo que el equipo dirigido por Ernesto Valverde. Una combinación perfecta para un desastre calculado, impulsado por terroristas del fútbol, vestidos con trajes y corbatas.

Mientras tanto, en la capital española, Florentino Pérez observa todo desde su palco, esperando el error, más que probable, que cometerá la dirección culé en toda esta película con Neymar. ¡Lamentable!

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